¿DESGARRO O CONTRACTURA? Conoce como diferenciarlos y su tratamiento inicial

Para muchos, puede ser obvia la gran diferencia. Para otros en cambio, al no haberlos experimentado o estudiado, no saben aún no las conocen. El objetivo de este artículo es entregar Tips para saber diferenciar estas dos lesiones musculares, muy comunes en todos los deportes.

Imagina que cortas una cebolla, primero atravesarás una capa y luego la  otra. Te podrás imaginar cómo se debe sentir esa sensación si ese corte se produjera en uno de nuestros músculos: un pinchazo, quemante, sensación de tirón, o como si algo se hubiera rasgado. Eso es un desgarro.

Ellos se clasifican según el tipo (grado de profundidad y qué tejidos contempla: I, II o III), ubicación y músculo afectado (si es Cuádriceps, Isquiotibial, Gemelo, etc). Todos ellos son producto generalmente por una sobre elongación o por la incapacidad del músculo de resistir una fuerza, como es el cambiar de dirección de manera rápida, hacer un pique al 100% o  desacelerar de manera inmediata, entre otras.

Dicho esto, viene el dilema para muchos, ¿hay que tratarlo con kinesiología? ¿y siempre?. La recomendación es que todos los desgarros sean tratados, por muy mínimo que hayan sido. Tenemos que pensar que en el proceso se forma una cicatriz, y ésta no tiene las mismas cualidades elásticas que el músculo, por lo que quedas más propenso a re-lesionarte. Según un estudio realizado a 114 futbolistas, un desgarro previo de Isquiotibiales aumenta la probabilidad  de re desgarrase  4,9 veces. Otro estudio revela que uno de cada tres desgarros de Isquiotibial tiene recurrencia, y la mayoría ocurre dos semanas posterior al retorno deportivo.  Con toda esta información, queda claro que es necesario entregarle al cuerpo las herramientas necesarias para prevenir una nueva lesión: fisioterapia, cargas, fuerzas, elongación, progresiones de acuerdo al tiempo de cicatrización y alta médica según criterios propios del deporte.  La principal tarea del kinesiólogo es encontrar la causa del desgarro y trabajar la debilidad o desbalance que llevó al deportista a desgarrarse para evitar una recidiva. La vuelta al deporte es entre 21 y 45 días aproximadamente, dependiendo de la clasificación, calidad de regeneración, alimentación, estilo de vida y constancia en las sesiones kinésicas. Es clave que antes de que te den el alta, hayas trabajado agilidad, piques, resistencia, fuerza, coordinación y flexibilidad entre otros, para que sepas que estás preparado y el miedo no te afecte en tu rendimiento.

Ahora, volveremos a la pregunta del artículo, ya habiendo conocido lo que es el desgarro, abarcaremos la contractura muscular. Ésta hace referencia a una zona de tu músculo que está realizando una contracción de manera mantenida inadecuada e involuntaria, como medio de protección a un sobreestiramiento, fuerza, producto de una mala postura, sobrecarga, debilidad muscular o somatización al estrés. En palabras simples, es la típica “pelota” o “banda tensa” que probablemente alguna vez hayas sentido en tu cuello, columna o piernas. Esta contractura es bastante menos grave que un desgarro, pero hay que tener ojo, ya que pueden perdurar en el tiempo, generar limitaciones en el movimiento y alteración en la función muscular si es que no se realiza la liberación oportunamente.   

En  el caso de la contractura, también es importante evaluar la causa y tratarla. Un buen masaje descontracturante, calor,  ejercicios de liberación y balance neuromuscular son clave para volver al músculo a su estado normal.

Ahora que conoces las diferencias, ¡ya sabes qué hacer en caso de sospecha de una de estas lesiones!

 

 

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